BREVE HISTORIA DEL COLEGIO MONTESOL

 

Corría el año 1995 cuando un grupo de apoderados del Jardín Infantil Locomotora Mágica (actual Granja del Sol) comenzó a buscar colegios para sus hijos e hijas que cursaban el Kinder. Esperaban encontrar establecimientos que se acercaran  al enfoque educativo que tenía el jardín: respeto y valoración de la diversidad, desarrollo del compromiso con el entorno social y ambiental, promoción de la expresividad y creatividad -especialmente a través de la educación artística- y un ambiente escolar alejado de la competencia academicista.

No les fue bien en la búsqueda. No encontraron colegios que contemplaran esas dimensiones de manera equilibrada. Casi todos enfatizaban aspectos extraños para ellos: ranking de notas, confesionalidad, uniformidad, disciplina restrictiva. De las innumerables entrevistas o visitas salían con un gusto amargo, sintiendo que el mensaje predominante que escuchaban detrás de cada discurso pedagógico era: “los niños son pequeños salvajes que debemos domesticar”; o bien: “nuestra misión es que sus hijos sean exitosos”.

Así las cosas, se les presentaban dos alternativas: optar por el “mal menor”, es decir que cada uno eligiera un colegio lo más cercano posible a sus expectativas, o asumir el desafío de manera colectiva creando un colegio que encarnara sus anhelos de una educación inclusiva e innovadora.

Felizmente la segunda opción fue la escogida, por lo que un grupo de 11 familias de la Locomotora Mágica puso el mayor esfuerzo de cooperación y creatividad para poner en marcha un nuevo colegio. Sin muchos recursos, pero con abundancia de sueños, crearon el Colegio Montesol, que comenzó a funcionar en marzo de 1996 con dos cursos (1 y 2 Básico, en total 27 alumnos), en una casa arrendada ubicada en la Calle Eleuterio Ramírez, del Barrio El Sol de Quilpué.

Hasta el año 2002 el Montesol fue un colegio particular pagado. Pero, junto con el comienzo de la Enseñanza Media, el año 2003 accedió a la subvención del Ministerio de Educación, con modalidad de financiamiento compartido, lo que le permitió aumentar su matrícula.

Sin embargo, el año 2005 el Montesol no contaba con los ingresos suficientes para asegurar su sostenibilidad. Quienes lo habían formado ya no disponían de más recursos para seguir aportando, ni contaban como Sociedad Sostenedora con los requisitos para acceder a créditos bancarios que les permitieran disponer de infraestructura propia.  Por entonces se seguía arrendando inmuebles que no reunían las condiciones para incorporar más alumnos por sala. El Colegio Montesol estaba en una situación crítica, y a pesar de su avance en la construcción de un modelo pedagógico innovador y de anticipación, se enfrentaba a la amenaza cierta de cierre por falta de recursos.

En ese momento se iniciaron conversaciones con SEPADE, Corporación sin fines de lucro sostenedora de tres liceos técnico-profesionales en la Región del Biobío. SEPADE contaba con la capacidad y el respaldo para solicitar recursos a la banca privada, pero por sobre todo tenía un genuino interés por la propuesta educativa del Colegio Montesol, que podría contribuir a enriquecer su misión educativa en otras realidades socio-culturales.

Finalmente, con la participación de SEPADE el año 2007 el Colegio Montesol logró disponer de una infraestructura propia, diseñada en concordancia con su proyecto educativo, lo que le permitió progresivamente aumentar su matrícula y asegurar su sostenibilidad.

Tras la aprobación de la Ley de Inclusión, la Sociedad Sostenedora decidió mantener al Colegio Montesol como establecimiento particular subvencionado y transitar hacia la gratuidad, por lo que traspasó el rol de sostenedor a la Fundación Educación para el Desarrollo (EDUCADES), institución creada por SEPADE para administrar sus establecimientos educacionales de acuerdo con las disposiciones establecidas por la Ley General de Educación de 2009.